Lic. Antonela Cardaci

La teoría psicoanalítica considera que un
episodio es traumático en tanto representa para el sujeto que lo padece, un
suceso que conmueve su estructura psíquica. Dicha estructura presenta entonces
una incapacidad para responder, tramitar o reaccionar ante dicho episodio de
forma inmediata y con los mecanismos que son habituales de los procesos
psíquicos. El sujeto se encuentra paralizado frente a lo que sucede, no puede
responder, no experimenta miedo ni angustia frente a lo que acontece, solo
conmoción, sorpresa, susto. El trauma
es un acontecimiento caracterizado por su intensidad, por la sorpresa, por lo
inesperado, por lo tanto hay una gran dificultad para metabolizarlo,
significarlo, inscribirlo en la estructura psíquica. En decir, un acontecimiento traumático es un suceso que impacta con una excesiva carga
de energía que es imposible de ligar, procesar, metabolizar, y esto genera
incertidumbre, desorden y trae aparejada consecuencia devastadoras para el
sujeto. Freud, Sigmund  “Más allá del
Principio del Placer” en Obras Completas, Tomo XVIII, Amorrortu, Bs.As.

 
Este mismo autor
subraya que en un episodio traumático el sujeto no se encuentra preparado para la situación que debe afrontar, esta
impreparación es de orden psíquico en donde el yo se confronta con una
situación que no puede anticipar y que a su vez pone en riesgo su economía
libidinal, ya que el principio del placer regula los montos de energía del
aparato psíquico intentando mantenerlo lo más bajo posible. Lo traumático
entonces, se relaciona con una vivencia que en un breve lapso, provoca en la
vida anímica de un sujeto un exceso en donde la intensidad del estímulo es tal
que su tramitación por las vías habituales fracasa. El aparato psíquico no
puede ligar, tramitar, ni incluir esa representación o acontecimiento por su
gran magnitud de excitación y trastoca así la economía del aparato psíquico.
 
El sujeto no
puede responder adecuadamente a un acontecimiento que se le presenta de manera
inesperada y esto genera efectos patógenos en su organización psíquica ubicándolo
en un lugar de profundo sufrimiento subjetivo como: bloqueos, debilidad, inhibición; ansiedad, temor, es
decir, perturbaciones generales de las funciones psíquicas en donde la
situación traumática puede aparecer bajo la forma de fantasías, accesos
emocionales en forma de llanto y ansiedad. Esto ocurre porque se genera una
inhibición generalizada del sujeto y una fijación al hecho traumático que
perturba el equilibrio psíquico y su integridad.
 
Pero para que un acontecimiento traumático  genere un daño psíquico debe existir una
relación causal entre dicho acontecimiento y este último. Siguiendo a Zannoni
en “El daño en la responsabilidad civil”, puede hablarse de la existencia de
daño psíquico en una persona
cuando ésta presenta un deterioro, una alteración, una disfunción, un
disturbio, trastorno, o desarrollo psicogénico psicoorgánico que, afectando sus
esferas afectivas y/o volitivas, limita su capacidad de goce individual,
familiar, laboral, social y/o recreativo. Es decir que el daño psíquico se
constituye en reacción a una injuria, un traumatismo o lesión con entidad
suficiente para causar una lesión que deja una secuela cronificada. Para
Castex, “daño psíquico” implica, “un
deterioro, disfunción, trastorno, una
conformación psicopatológica, con relación causal o concausal con el hecho
dañoso, afecta la capacidad de goce del sujeto en las distintas esferas de su
vida, dejando una secuela incapacitante residual.”
 
En su libro “Daño psicológico” Hernana Daray escribe: “con el nombre de
técnicas de evaluación suelen designarse los procedimientos mediante los cuales
se pueden detectar las características de la personalidad de un individuo, así
como su estado anímico… dichas técnicas responden a una manera particular de
enfocar cuestiones de salud de salud y enfermedad. Es por ello que, como
existen diferentes corrientes en el campo de la salud mental, cada una propone
su método específico”.
En las
Conferencias de Introducción a Psicoanálisis de 1916-1917, Freud introduce el
concepto del inconsciente, lo hace a partir de demostrar las lagunas en el
discurso consciente y llama la atención sobre los fenómenos de la palabra.
Freud demuestra que no es sino con la palabra y el discurso que el sujeto,
casualmente dice lo que no quiere decir
en absoluto. Aquello que en el discurso queda dicho sin que el sujeto quiera,
abre el campo de la relación del sujeto al deseo. Las palabras, los sucesos y
los acontecimientos de la vida particular de un sujeto tienen una significación
singular de acuerdo con la historia y la experiencia única de cada sujeto.
Ps. Antonela Cardaci